En un giro que parece sacado de una novela de ciencia ficción, China ha comenzado a instalar centros de datos bajo el océano. Lo que antes era una idea experimental ahora está pasando a pruebas reales: enormes cápsulas herméticas, diseñadas para soportar la presión marina, están siendo sumergidas a varios metros de profundidad, donde operan de manera autónoma y se comunican con la superficie mediante cables de fibra óptica.
El objetivo es tan ambicioso como lógico: aprovechar el agua fría del mar para enfriar los servidores, reduciendo drásticamente el consumo de energía y las emisiones de carbono. El enfriamiento es uno de los mayores desafíos de la infraestructura digital global, y este método podría significar una revolución energética en la industria tecnológica.
El 6 de octubre de 2025, China lanzó el primer centro de datos submarino comercial del mundo en la provincia de Hainan, específicamente en el condado de Lingshui. Este proyecto, impulsado por la empresa Shenzhen HiCloud Data Centre Technology (también conocida como Hailanyun Technology), marca un hito en la «economía azul» de China, integrándose en el Plan Quinquenal 14 de Hainan para fomentar innovaciones marinas.
El centro consta de una cápsula submarina de 1.433 toneladas (equivalente al peso de unas 1.000 autos de pasajeros), sumergida a 35 metros de profundidad. Esta estructura alberga 24 racks de servidores con capacidad para 400 a 500 unidades, y ya opera servicios digitales como recomendaciones de restaurantes y aplicaciones de viajes. No es un experimento aislado: un piloto en Hainan comenzó en diciembre de 2022, con expansiones en noviembre de 2023, y otro proyecto avanzado está en construcción frente a las costas de Shanghái, enfocado en computación de IA.
Beneficios: Eficiencia Energética y Sostenibilidad
Cada cápsula funciona como un mini centro de datos submarino, sellado al vacío, libre de polvo, con temperatura estable y bajo mantenimiento. Además de ahorrar energía, su entorno cerrado reduce fallas por humedad o vibración, aumentando la vida útil del hardware en hasta un 50% comparado con instalaciones terrestres.
El enfriamiento natural con corrientes marinas y agua fría reduce el consumo energético para refrigeración en al menos un 30%, y en algunos casos hasta un 90%, según evaluaciones de la Academia China de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones. Esto no solo baja costos operativos, sino que minimiza emisiones de carbono, alineándose con los objetivos de China para una economía digital de bajo carbono. El proyecto de Shanghái, por ejemplo, se alimentará con un 97% de energía renovable de una granja eólica marina cercana, y podría entrenar modelos de IA como GPT-3.5 en un solo día.
Estos avances abordan el voraz apetito energético de los centros de datos globales, que podrían duplicar su demanda para 2030 debido al auge de la IA. En China, que lidera el boom de IA, esta tecnología permite escalar sin sobrecargar redes eléctricas o recursos hídricos en tierra.
Comparación con Proyectos Anteriores: De Natick a la Escala China
China no es la primera en intentarlo: Microsoft ya había probado su proyecto “Natick” en 2018, sumergiendo un centro de datos frente a las costas de Escocia con 855 servidores que operaron durante dos años. Sin embargo, Microsoft discontinuó la comercialización en 2024, limitándolo a investigación. En contraste, China ha pasado de prototipos a implementación comercial en menos de 30 meses, con apoyo gubernamental que acelera la adopción.
Otros países exploran ideas similares: Corea del Sur planea centros submarinos con 100.000 servidores, mientras Japón y Singapur consideran plataformas flotantes. Pero la escala china —con planes para 100 cápsulas en Hainan— posiciona al país como líder en «computación subacuática».
El Futuro: Hacia un Internet Submarino Global
Las pruebas están siendo desarrolladas por empresas tecnológicas chinas en colaboración con instituciones científicas de ingeniería marina. Si los resultados son positivos, la siguiente generación de servidores del planeta podría funcionar desde el fondo del océano. Políticas recientes en Hainan, Pekín, Shanghái y Shenzhen permiten propiedad extranjera total en centros de datos, atrayendo inversores globales para expandir esta infraestructura.
Desafíos persisten: impactos ecológicos mínimos como calentamiento localizado del agua (menos de 0,001°C) y riesgos de seguridad submarina, pero estudios indican beneficios netos para la biodiversidad marina. Este «internet submarino» podría transformar la industria, reduciendo la huella ambiental de la nube.
El futuro digital podría no estar en la nube… sino bajo las olas.